En un momento de pura magia acuática, Felipe Perrone se convirtió en el héroe de la selección española de waterpolo durante el partido contra Hungría en el Mundial de Singapur. Faltando poco más de cuatro minutos para el final del último cuarto, Perrone ejecutó una maniobra magistral que culminó con el gol del empate 9-9, completando una remontada que aseguró el pase de España a cuartos de final.

A sus 39 años, este astro del waterpolo disputa en Singapur su decimotercer Campeonato Mundial, marcando un récord absoluto de participaciones que ya había establecido en Doha el año pasado. Lo más significativo es que Perrone ha decidido que este será su último Mundial, cerrando así un ciclo extraordinario que comenzó en 2001 en Fukuoka, Japón.

"Tengo un sentimiento más fuerte que en los 12 Mundiales anteriores", confiesa el capitán español. "Lo estoy viviendo con una intensidad brutal, pero intento no pensar mucho porque me emocionaría demasiado".

La jugada decisiva contra Hungría refleja la esencia de Perrone: intuición pura y conexión total con sus compañeros. "De repente empezamos a defender todos como posesos y atacábamos con una velocidad que solo es posible con una conexión y un flow total del equipo", explica sobre la remontada. Su compañero Marc Larumbe, con quien ha compartido muchos años en el Atlètic-Barceloneta, fue cómplice de ese momento estelar.

Perrone no solo ha brillado como jugador sino también como dirigente. Como miembro de la comisión deportiva de World Aquatics, impulsó cambios en el reglamento que se han implementado en este Mundial: reducción del campo de juego de 30 a 25 metros y disminución de las posesiones de 30 a 25 segundos.

"Los partidos son más intensos y la velocidad es mayor. Me gusta porque además de acelerar el juego y hacerlo más divertido, al reducir el tamaño de la piscina hace que el waterpolo sea más fácil de practicar al alto nivel para todo el mundo", reflexiona.

Ahora España se enfrentará a Grecia en semifinales, y Perrone tiene un objetivo claro: llegar a la final del jueves para extender su extraordinaria carrera un partido más. Para sus compañeros, como Álvaro Granados (quien tenía apenas un año cuando Perrone debutó en los Mundiales), son testigos del ocaso de una era legendaria en el waterpolo mundial.

A diferencia de otros deportistas, Perrone no se aferra a los símbolos materiales de sus logros. "No cuento los partidos ni guardo las medallas", revela. "Tengo unas medallas guardadas por ahí, por mi hijo, que le hacen ilusión. Pero no tengo esa costumbre... Lo regalo todo. ¡Hasta mi ropa!".

Mientras el torneo avanza, Felipe Perrone, o 'Felipao' como muchos lo conocen, se aferra a cada segundo en el agua como si fuera el último, dejando un legado imborrable en el waterpolo internacional.