En un mundo tenístico donde predominan las estaturas imponentes y los golpes demoledores, Alex de Miñaur continúa demostrando que existe otro camino hacia la élite. El australiano de raíces españolas ha ofrecido una exhibición memorable en los octavos de final del Masters 1000 de Toronto, superando a Frances Tiafoe por 6-2, 4-6 y 6-4 en un duelo que quedará grabado en la memoria de los aficionados.

Actualmente situado en el puesto número 8 del ranking mundial, De Miñaur protagonizó una jugada extraordinaria que encendió al público presente. Cuando parecía completamente fuera de posición tras un potente golpe de Tiafoe, el australiano desplegó su asombrosa velocidad para alcanzar primero un disparo cruzado y posteriormente una dejada, demostrando por qué le apodan 'el demonio de la velocidad'.

"Es parte de mi ADN. Nunca abandono ningún punto, sin importar mi posición durante el intercambio", explicó De Miñaur tras el encuentro. "No tengo las armas más potentes, pero puedo apoyarme en mis piernas", añadió el tenista de 26 años, hijo de madre española y padre uruguayo.

Entrenado por el español Adolfo Gutiérrez, De Miñaur se enfrentará en cuartos de final a Ben Shelton. Esta victoria continúa su excelente momento de forma, después de conquistar el ATP 500 de Washington frente a Alejandro Davidovich en un partido donde salvó tres bolas de partido.

A pesar de su consolidación en el top-10, el australiano criado en Alicante todavía busca su primer título de Masters 1000, después de haber alcanzado la final en Toronto hace dos años, donde cayó ante Jannik Sinner. "Este año estoy intentando ser más agresivo, aunque sin perder mi esencia. Uso mi velocidad no solo defensivamente, sino también para presionar a mis rivales y llegar rápido a la red", confesó el tenista, quien sigue fiel a ese espíritu guerrero que ha absorbido parcialmente de la escuela española.

Su combinación única de resistencia, velocidad y determinación convierte cada partido de De Miñaur en un espectáculo, demostrando que en el tenis moderno todavía hay espacio para los gladiadores que compensan con corazón lo que otros logran con potencia bruta.